Si sabemos que nos encontramos a mediados de noviembre, no es precisamente por el clima que estamos teniendo. En gran parte del país se están dando unas temperaturas más propias de verano que de una temporada cercana al invierno. Y ante este hecho…¿te has preguntado cómo el clima puede afectar a nuestra salud, belleza y bienestar?
Hoy quiero explicarte algunos aspectos fundamentales:
– Cuando nos exponemos al sol, nuestro niveles de serotonina producida en nuestro cerebro aumenta. Ésta es una hormona que influye en la “sensación de bienestar” y que está ligada a los estados de ánimo. Además, ayuda a producir vitamina D a nuestro organismo, lo que repercute en un mantenimiento saludable de los huesos. Y por otra parte, reseca las impurezas de la piel, como el acné. Por supuesto, hay que regirse por un equilibro sensato, siempre con protección, y sin abusar.
– El viento es un agente meteorológico que deshidrata y reseca nuestra piel, al que si juntamos la contaminación presente en al aire, lo convertimos en un fenómeno muy agresivo para la dermis. Por estas razones, ya sabes que debes extremar la hidratación en días con mucho viento, y limpiar tu rostro por la noche para eliminar de tus poros los restos que pueda haber.
– Cuando hace frío, muchas veces buscamos compensar con altas temperaturas entrando a ciertos lugares, o tomando duchas con agua muy caliente, lo que produce un cambio brusco de temperatura y muchas veces las consiguientes rojeces, irritaciones o eccemas en la piel. Este tipo de cambios de temperaturas puede producir además dolores de cabeza, o migrañas, pues las venas se dilatan con el calor y se contraen con el frío, por lo que puede originar las jaquecas.
– En el caso de estar ante un clima húmedo, nuestras glándulas sudoríparas van a producir más sudor, por lo que puede aparecer acné o impurezas en la nuestro rostro. Ante esto, hay una serie de tratamientos, que dependen de la intensidad de cada caso, y que son por ejemplo las limpiezas faciales o los peelings superficiales y médicos con distintos ácidas, entre otros muchos.
La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, y es sensible tanto a los agentes internos -como pueden ser los genes, o las hormonas- como a los agentes externos –como el clima, tal y como has visto- Lo bueno, es que existen soluciones.
¡Yo te las cuento!