Como ya os adelantaba la semana pasada, en el último congreso de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), celebrado en Málaga, me hacían entrega de una medalla que conmemora los 30 años que llevo formando parte de esta institución tan profesional y necesaria para mi sector. ¡Un cuarto de siglo! Se dice pronto.
Para mí supuso y supone un reconocimiento muy especial porque la medicina estética no es solo una profesión a la que llevo dedicándome treinta años, inauguré la clínica en 1987, sino que la medicina estética es mi vida. Comparto completamente su misión, que consiste en lograr un equilibrio entre salud, belleza y bienestar. Creo en estos tres pilares como pieza esencial que nos hace disfrutar más de cada momento. Por ello siempre tuve claro a que quería dedicarme.
Han sido 25 años que me han permitido ser testigo de los grandes avances que ha experimentado esta disciplina y del perfeccionamiento de muchas técnicas. Cabe resaltar productos altamente eficaces como la toxina botulínica o el ácido hilaurónico, que nos ha permitido a los profesionales dar a nuestros pacientes aquello que deseaban con las máximas garantías. Durante estos 25 años, he acompañado también a innumerables pacientes en la búsqueda de un estilo de vida más saludable que, finalmente, han conseguido introducir en su rutina habitual para gozar de mejor calidad de vida. De ello me siento muy orgullosa. ¡Qué importante es cuidarse en todos los aspectos de nuestra vida!
Y ya, en lo que se refiere a mi propia evolución como profesional, marcada por mis continuas ganas de aprender las últimas novedades sobre medicina estética, tengo que agradecer al equipo humano que siempre me ha acompañado por crecer conmigo. Y, cómo no, a la SEME, una institución en la que siempre me he sentido amparada y a la que he podido recurrir. Gracias por estos 25 años y gracias a todos mis pacientes por confiar en mí.